Sunday, July 21, 2019

Leopoldo Martíne Nucete: La democracia estodounidense en peligro. ¿Quién iba a decirlo?

Dicen que la desesperación es mala consejera. Eso parece estarle sucediendo a Donald Trump. Dos recientes encuestas retratan al gobierno de Trump en una economía sin contratiempos, pero en un bajísimo nivel de aprobación: 41%. De igual manera, ambos sondeos predicen que Trump perdería las elecciones con cualquiera de los siete principales candidatos demócratas que se disputan la nominación presidencial en primarias..
¿Qué ha hecho Trump ante vientos tan poco auspiciosos? Doblar su apuesta a la xenofobia y el racismo. En el lanzamiento de su campaña arreció contra la inmigración hispana, anunció redadas que están, por cierto, en pleno desarrollo y reiteró su política de tolerancia cero a las familias solicitantes de asilo. De hecho, esta semana concretó medidas que hacen de la solicitud y procedimiento de asilo una verdadera calamidad, afectando con esto no solo a migrantes de Centroamérica, sino de otras procedencias, como Venezuela. En esta huida hacia adelante, para agitar su base más radical, la administración Trump respondió a los senadores demócratas Menéndez y Durbin que no tiene planes de otorgar protección migratoria temporal (TPS) a los venezolanos que huyen de su país por la crisis humanitaria, reconocida como tal por Estados Unidos. Efectivamente, en las redadas practicadas en Florida viene registrándose un creciente número de venezolanos sujetos ahora a deportación, como ocurre en la cruel peripecia de la frontera sur, donde se encarcela y separa familias sin la menor consideración a su condición de refugiados y a sus derechos humanos. 
Ese cuadro se agravó esta semana. Trump emprendió una guerra contra las noveles diputadas del ala más progresista del Partido Demócrata, donde se encuentran Alexandria Ocasio-Cortez e Ilham Omar. Las acusó de ser antiamericanas y, señalando a la diputada Omar, inmigrante somalí nacionalizada que además es una de los dos primeras diputadas musulmano-americanas al Congreso en la historia, las emplazó a que se devolvieran a sus países de origen si no les gusta su gobierno y tienen críticas al sistema político estadounidense. Ahora, en sus actos de campaña el canto “Lock her up” (“encarcélenla”), que su radicalizada base gritaba cuando Trump hablaba de Hillary Clinton en 2016, ha sido sustituido por “Send her back” (“Depórtenla”), cada vez que Trump alude a Omar o a sus colegas diputadas. Ocasio, puertorriqueña nacida en el Bronx, le ha recordado a Trump que tanto ella como los nacidos en la isla son ciudadanos norteamericanos; y, en defensa de sus compañeras naturalizadas le ha recordado que un ciudadano por naturalización tiene idénticos derechos que uno por nacimiento, y que la critica a un gobierno jamás puede ser utilizada como fundamento de amenaza de extrañamiento del territorio de Estados Unidos. Hago este recuento de los hechos y me detengo honestamente impresionado de que esto pueda estar sucediendo en la primera democracia del mundo, el país que decidí hacer mío y que me adoptó como ciudadano tras largo exilio de mi Venezuela, de donde me tuve que ir forzosamente para preservar mi integridad personal y la de mi familia, por ser opositor a su régimen político. 
Ahora, cuando el esfuerzo me ha dado la oportunidad de ser el primer venezolano-americano en llegar a la dirección de uno de los dos principales partidos de Estados Unidos –el Demócrata–, no puedo sino sumarme a la enérgica repuesta de rechazo a la irresponsable conducta de Trump. Como inmigrante latino y como actor político que promueve los derechos civiles, el empoderamiento socioeconómico y el acceso a la educación y la salud, así como la evolución de nuestra economía hacia una plataforma energética verde o renovable, y una economía en lo posible circular o naranja, pienso con inquietud en las consecuencias de esta inflamada retórica de Trump. El hecho de que admiremos la institucionalidad e historia democrática de Estados Unidos, reconozcamos las oportunidades que ofrece su economía, particularmente meritocrática en cuanto al asenso social, y sigamos con pasión la lucha por los derechos civiles y humanos que han caracterizado su recorrido histórico desde los años sesenta del siglo pasado, no significa que renunciemos a la crítica o al aporte de ideas que pueden hacer de esta república, como reza el preámbulo de su Constitución, “una unión más perfecta”.......

EN: http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/democracia-estodounidense-peligro-quien-iba-decirlo_289352

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