En pocas palabras. Javier J. Jaspe
Washington
D.C.
La serie que continuamos hoy ha sido inspirada por un importante libro del renombrado autor mexicano, Carlos Fuentes, fallecido en 2012, considerado por muchos como una obra capital para el conocimiento de la historia y cultura latinoamericanas. Me refiero a El espejo enterrado, con el cual Fuentes aporta su luminosa y aleccionadora visión de los primeros 500 años transcurridos desde el descubrimiento de América por Cristobal Colón en 1492. Esta obra fue publicada en su primera edición en México en 1998 y la que utilizamos corresponde a la décimacuarta reimpresión (Taurus bolsillo), junio 2005, 590 páginas.
El objetivo de la serie no es realizar un análisis de este libro, sino el de aportar breves textos adicionales encontrados en Internet, sobre temas y personajes mencionados en el mismo, en las páginas que se indican entre paréntesis al lado de cada tema o personaje. Otros temas y personajes podrán agregarse, caso en el cual se mencionará al lado: (jjj). Los textos de Internet se transcriben en itálicas, en español o inglés, según sea el caso, con indicación de su fuente. Este centésimo trigésimo cuarto artículo se refiere a temas y personajes que van desde Isabel II (1830-1904) hasta Primo de Rivera (1870-1930). Veamos:
Isabel II (jjj) – “….Isabel II, a la que Pérez
Galdós denominó
«la de los tristes destinos», fue reina de España entre 1833 y 1868, fecha en
la que fue destronada por la llamada «Revolución Gloriosa». Su reinado ocupa
uno de los períodos más complejos y convulsos del siglo XIX, caracterizado por los profundos
procesos de cambio político que trae consigo la Revolución
liberal: el
liberalismo político y la consolidación del nuevo Estado de impronta liberal y
parlamentaria, junto a las transformaciones socio-económicas que alumbran en
España la sociedad y la economía contemporánea.
No cabe duda de que la historia personal de Isabel II, que ocupa 74 años de existencia, está
marcada desde su nacimiento por el hecho de ser mujer y por una asombrosa
precocidad impuesta por los avatares y las circunstancias que la obligaron a
asumir muy tempranamente las responsabilidades que su condición conllevaba:
Reina a los tres años, una mayoría de edad forzada por la situación política
que dio paso a su reinado personal con tan sólo trece años, un matrimonio
obligado e inadecuado a los dieciséis, que desembocó en separación, apenas
transcurridos unos meses y, por último, su destronamiento a los treinta y ocho
años, la trágica divisoria en su vida que da paso a los largos años del exilio
y el alejamiento de España. Es una historia azarosa, como la época a la que
ella dio nombre, que la haría pasar de una imagen positiva al comienzo de su
reinado a otra terriblemente negativa a su término. Pasó de gozar de una gran
popularidad y cariño entre su pueblo, de ser la enseña de los liberales frente
al absolutismo y una especie de símbolo de la libertad y el progreso, a ser
condenada y repudiada como la representación misma de la frivolidad, la lujuria
y la crueldad, la «deshonra de España», que intentará barrer la revolución de
1868…..
(http://www.cervantesvirtual.com/portales/reyes_y_reinas_espana_contemporanea/isabel_ii_biografia/,
por
Rosa Ana Gutiérrez Lloret)....Isabel II de España nació
el 10 de octubre de 1830 en Madrid. Hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, María Cristina de Borbón.
Su nacimiento provocó problemas dinásticos, ya
que hasta entonces el heredero era el hermano de Fernando
VII, Carlos María Isidro, que no aceptó el nombramiento de Isabel como princesa
de Asturias y heredera del trono. Al poco tiempo, en octubre de 1833, cuando
sólo contaba con tres años de edad, sucedió en el trono de
España a su padre Fernando VII. En su minoría de edad fueron regentes su madre
María Cristina, hasta 1840, que se apoyó en los liberales intentando
defenderse del carlismo (primera Guerra Carlista,
1833-1839), y el general Baldomero Espartero hasta 1843.
Con trece años fue declarada mayor de edad. A
los 16, se casó, contra su deseo, con su primo Francisco de Asís.
Tuvo doce hijos, algunos de los cuales murieron al nacer. Durante su reinado se
produjo el tránsito de un estado absolutista a otro liberal-burgués. Se inició
con la semi-concesión liberal de una carta otorgada, el Estatuto Real (1834).
El impulso liberal se inició en 1836 tras el golpe de Estado de los sargentos
de La Granja. Se produjo la desamortización de
bienes de la Iglesia, la formación de un Ejército capaz de doblegar al carlismo
y la institucionalización del régimen. Pero la medida más importante fue la
elaboración de una nueva constitución.
Adaptada de la Constitución de Cádiz de
1812, el resultado final fue la Constitución (1837). Entre
1840 y 1843 Espartero llegó incluso a desplazar de la regencia a la misma reina
madre, con una línea de gobierno claramente autoritaria que provocó el rechazo
de una parte del progresismo, lo que acabó por abrir las puertas
al conservadurismo. Durante una década, se consolidó un liberalismo
muy restrictivo. El nuevo sistema se plasmó en la conservadora Constitución de
1845.
El hombre fuerte del periodo, el general Ramón María Narváez, consiguió evitar en
1848 la oleada revolucionaria extendida por gran parte de Europa. Esta fase se
cerró con el 'tecnócrata' Juan Bravo Murillo, quien llevó a cabo
una amplia labor administrativa y hacendística. Entre 1854 y 1856 de nuevo
el Partido Progresista se volvió a hacer con el poder mediante
el pronunciamiento de Vicálvaro (1854). El principal dirigente
progresista, Espartero, volvía así al primer plano. Lo más trascendente en este
periodo fue la desamortización civil llevada a cabo por el ministro Pascual
Madoz.
Narváez
volvió a conseguir el poder durante un bienio más (1856-1858); sin embargo, los
cambios sociales terminaron por abrir el camino a un sistema más templado, el
de la Unión Liberal (1858-1863), en torno a otro militar, el
general Leopoldo O'Donnell que jugó un
activo papel en el exterior, hasta el punto de poder hablarse de una etapa
neo-imperialista: guerra en Marruecos (Paz de Wad-Ras,
1860), intervención en México, en Indochina, en Annam,
anexión de Santo Domingo y presencia activa en el Pacífico.
La última etapa del reinado de Isabel II
(1864-1868) fue de clara descomposición política. Los nuevos grupos sociales en
ascenso exigían un cambio radical. La respuesta del régimen fue la de resistir
mediante la fuerza. Con Luis González Bravo, el régimen rozó el
sistema dictatorial. El final llegó con la incruenta batalla de Alcolea (1868),
que abrió las puertas de la Revolución de 1868, la cual supuso
el destronamiento definitivo de Isabel II, quien en 1870
abdicó en su hijo Alfonso XII para favorecer
la vuelta de la monarquía Borbónica a España. La figura clave
en estos años parisinos será Cánovas del Castillo, auténtico artífice
de la restauración monárquica que tendría lugar en 1874. La
Reina todavía viviría para ver la muerte de su hijo Alfonso XlI en 1885. La
regencia de su nuera María Cristina de Habsburgo y el inicio del
gobierno efectivo de su nieto Alfonso XIII (1902).
Finalmente, en 1904 moriría en París el
9 de abril de 1904. Sus restos mortales fueron trasladados al Monasterio
de El Escorial…..”
(https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/5066/Isabel%20II%20de%20Espana).
También
puede verse:
(https://dbe.rah.es/biografias/13007/isabel-ii);
(https://www.plusesmas.com/nostalgia/biografias/isabel_ii_de_espana/);
(https://www.quien.net/isabel-ii-de-espana.php);
(https://journals.openedition.org/mcv/4747, por Emilio
Laparra López).
Ignacio Sánchez Mejías (502) – “….Torero y hombre polifacético: presidente del Betis, actor, jugador de polo, escritor, amigo de los miembros de la Generación del 27 y patrocinador de la reunión fundacional de este grupo literario junto al ganadero Fernando Villalón. Nació en Sevilla el 6 de junio de 1891 y murió en Madrid el 13 de agosto de 1934 a causa de una gangrena tras ser corneado en la plaza de Manzanares, dos días antes, por el toro Granadino, un manso astifino que le sorprendió al iniciar la faena de muleta. Su muerte supuso una gran conmoción entre aficionados y amigos. Federico García Lorca compuso en su memoria una de las cumbres de la poesía elegiaca en español de todos los tiempos, el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, editado un año después por José Bergamín en Cruz y raya e ilustrado por José Caballero.
El joven Sánchez Mejías, tras una aventurada escapada a
México como polizón, se incorporó como banderillero a la cuadrilla de Joselito
en 1910. Cinco años después Joselito se casó con una hermana de Ignacio y se
convirtió en el principal protector de su carrera taurina. En 1919 tomó la
alternativa en Barcelona con el propio Joselito y Juan Belmonte como testigos.
La muerte siempre rondó su carrera. En 1920 fue testigo de la cogida y muerte
de su cuñado en Talavera de la Reina…..
Ignacio conquistó al público menos por su técnica que por sus
alardes temerarios. A pesar del éxito, a mediados de los años veinte se retiró
para dedicarse a otros menesteres y, en particular, para retomar su formación
académica que había interrumpido muy joven y cultivar la amistad de
intelectuales vinculados con el grupo del 27. De hecho, en el curso 1928-29
reemprendió sus estudios de Bachillerato en el Instituto La Rábida de Huelva.
Su finca de Pino Montano fue el lugar donde se concentraron
los poetas del 27 que participaron en el acto del tercer centenario de la
muerte de Luis de Góngora. Varios de ellos, entre los que estaban Pedro Salinas, Gerardo Diego y Rafael Alberti, lanzaron la idea
del encuentro en la reunión en la finca. La propuesta fue respaldada de
inmediato por García Lorca, José Bergamín, José Moreno Villa y José María
Cossío. Con motivo del homenaje, Dámaso Alonso preparó una
edición de Soledades; Salinas de
los Sonetos, y Gerardo Diego se
comprometió a ultimar una antología en homenaje a Góngora. Sánchez Mejías, por
su lado, se ofreció de mecenas.
El acto conmemorativo previo se celebró el 11 de diciembre en
el salón de actos de la sociedad La Económica, situado a pocos pasos del Ateneo
de Sevilla. Según Alberti, el público, muy numeroso, coreó las décimas de Jorge Guillén y “pidió la
oreja” para García Lorca tras recitar algunos de sus romances gitanos…..
Ignacio costeó un almuerzo para sesenta comensales en la Real
Venta de Antequera (huevos a la flamenca, pescaíto frito y rabo de toro) y
luego invitó a una fiesta “por todo lo alto” en su cortijo que forma parte de
la memoria literaria de la Generación del 27. Los invitados comparecieron con
ropajes árabes y a continuación se desató una celebración en la que Dámaso
Alonso recitó de memoria los 1.091 versos de La primera soledad, Villalón intentó hipnotizar a Alberti y García Lorca improvisó
fragmentos teatrales. Como fin de fiesta actuó Manuel Torre, Niño de Jerez, a quien Federico
dedicó en 1931 una de las viñetas flamencas del Poema del
Cante Jondo…..
De aquella época son los estrenos teatrales de Sánchez
Mejías Sinrazón.
Juguete en tres actos y prosa, estrenado en 1928; Zaya, comedia en tres actos y en prosa, montada el mismo
año, y otras dos piezas nunca representadas en vida del autor: Ni más ni menos, comedia en tres actos y en prosa y Soledad.
A pesar de que había perdido agilidad y estaba desentrenado,
Sánchez Mejías decidió volver a los ruedos en 1934. En aquella época vivió un
romance con la hispanista y biógrafa de Lorca Marcelle Auclair. El 11 de agosto
aceptó sustituir a Domingo Ortega en la plaza de Manzanares. Alfredo Corrochano
describe así la cogida: “Cuando cogió la espada y la muleta fue a dar un pase
en el estribo. El toro se venía un poco para adentro. El banderillero lo
advirtió: ‘Tenga cuidado, maestro, que el toro aprieta para adentro’. Lo cogió
entre las tablas y le atravesó el muslo…..
Sánchez Mejías murió dos días después en un hospital de
Madrid a causa de la gangrena y poco después García Lorca inició la composición
del Llanto… “Tardará mucho
tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
/ Yo canto su elegancia con palabras que gimen / y recuerdo una brisa triste
por los olivos”…..”
(https://www.universolorca.com/personaje/sanchez-mejias-ignacio/).
También puede verse:
(https://medicine-opera.com/2019/03/llanto-por-la-muerte-de-ignacio-sanchez-mejias/, by Neil Kurtzman);
(https://dbe.rah.es/biografias/6417/ignacio-sanchez-mejias);
(https://sevilla.abc.es/cultura/libros/sevi-ignacio-sanchez-mejias-matador-enfoco-vision-lorca-sobre-toros-y-flamenco-202003220812_noticia.html, por Jesús Morillo);
(https://sevilla.abc.es/cultura/libros/sevi-ignacio-sanchez-mejias-matador-enfoco-vision-lorca-sobre-toros-y-flamenco-202003220812_noticia.html, por Juan Diego Madueño);
(https://elpais.com/noticias/ignacio-sanchez-mejias/
Pimo de Rivera (502) – “….Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, militar y dictador español, nació en Jerez de la Frontera el 8 de enero de 1870 y murió en París el 16 de marzo de 1930. Antes de imponer su régimen fue considerado un héroe en la última guerra carlista, gobernó Filipinas y ostentó el cargo de ministro de la Guerra en diversas ocasiones…..
Fue hijo de Miguel Primo de Rivera y
Sobremonte e Inés Orbaneja y Pérez de Grandallana. Nació en una familia
de tradición castrense, como demuestran su abuelo, su tío o su hermano. Por
otro lado, pasó buena parte de su infancia entre grandes comodidades, al
criarse en el seno de la aristocracia jerezana. Sin embargo la ruina
terminó por alcanzarles, algo que les llevó a vivir en unas condiciones más
humildes en Madrid.
Miguel Primo de Rivera ingresó en la academia
militar con catorce años, y al graduarse le destinaron a Melilla. Su
carrera estaría ligada a su paso por diferentes colonias. Durante su
juventud estuvo en Marruecos, Cuba y Filipinas. En este último
lugar tuvo que negociar personalmente y sin escolta con un grupo de
insurgentes. No obstante, poco después abandonaría dichas islas con su tío;
justo antes de 1898 y del estallido de la guerra contra Estados Unidos.
Se casó a la edad de 32 años con Casilda
Sáenz de Heredia, la hija del último alcalde español de La Habana. La
pareja tuvo seis hijos, de entre los que destaca José Antonio Primo de
Rivera, el futuro fundador de Falange Española.
Su carrera
militar fue muy rápida: ascendió a coronel en 1908, año de la muerte de su
mujer, y fue destinado al norte de África, donde participaría en
la guerra contra Marruecos. En 1911 alcanzó el rango de general de brigada,
y en 1914 el de general de división. Otro ascenso llegaría en 1919: el
de teniente general.
A lo largo de
esos años sería nombrado gobernador militar de Cádiz y capitán general de
Madrid, Valencia y Cataluña. También fue senador en el año 1921.
Sus posiciones políticas, consolidadas a lo largo de su carrera, le llevaron
a defender el abandono de las colonias africanas. Opinaba que era un error
para España destinar soldados a aquellas costas….
A lo largo de su
vida consolidó su fama de hombre de orden, aunque con
unos métodos estrictos y en ocasiones expeditivos. Su estancia como capitán
general en Valencia le llevó a enfrentarse al anarcosindicalismo, que llegó a
aterrarle y a hacerle pensar que toda la clase obrera era de corte radical.
Esta visión se reforzó aún más durante su mandato en Barcelona.
En los primeros
años de la década de los 20, los atentados anarquistas y el pistolerismo iban
en aumento. Ante aquella situación, Primo de Rivera buscó
mantener la ley y el orden oponiéndose a la política del Gobierno
de Manuel García Prieto. Además, en 1921 el Desastre de Annual caló hondo
entre la opinión pública y el ejército, reforzando las posiciones del ya
senador en este ámbito.
La situación no
dejó de degradarse en Cataluña, y ante el panorama que veía en todo el país,
Primo de Rivera empezó a tramar un plan para hacerse con el poder.
En junio de 1923 fue llamado a Madrid por García Prieto, quien le exigió que
depusiese su actitud y siguiese las políticas de apaciguamiento del Gobierno.
Pero este se negó, y reclamó poder declarar el estado de guerra para frenar una
huelga de transportes que se estaba desarrollando y que él veía como un intento
de revolución.
El golpe de
Rivera, finalmente, se produjo entre el 12 y el 13 de septiembre
de 1923. Declaró el estado de guerra y movilizó a los militares por
toda Cataluña y Aragón. El Gobierno de Prieto se mostró dividido, y no logró
desarrollar una respuesta contundente. Él mismo trataría de deponer a los
sublevados a través de una convocación de las Cortes, pero el rey Alfonso
XIII no lo consintió. Ante esta derrota, el presidente
dimitió, y el día 14 Primo de Rivera recibiría plenos poderes por parte del
monarca…..
En
primer lugar, formó un directorio militar que
suspendió las garantías constitucionales, sustituyó los gobernadores civiles de
las provincias por militares y declaró el estado de guerra. También retiró a
los concejales de los ayuntamientos y los sustituyó por juntas de vocales.
Además extendió el somatén, la milicia tradicional catalana, por todo el
país. También creó un partido llamado Unión Patriótica, que sería el
oficial del régimen.
El directorio
militar fue sustituido en 1925 por un gobierno constituido por
militares y figuras civiles, y presidido por Primo de Rivera. Fue la
última etapa de este periodo dictatorial, que finalizaría en 1930.
Durante su
mandato se desarrolló una sociedad corporativista, en la que se limitaban los
cambios y con ciertos guiños al modelo del
fascismo italiano, que había llegado al poder en Roma en 1922. Pese a
esto, el directorio calmó la situación de Marruecos y
restauró el orden público en Cataluña.
El final de
su régimen llegaría en 1930, tras haber parado un intento de golpe de
Estado en 1926. La figura de Primo de Rivera fue perdiendo apoyos entre
la población y el propio Alfonso XIII. Tanto es así que, en los primeros
días de 1930, se tejió una conspiración golpista que finalmente no llegó a
desarrollarse. Por otra parte, su salud también se resentía con el paso de los
años.
El 28 de
enero Primo de Rivera dimite por
razones de salud y sale de España, en dirección a París, para
evitar posibles problemas con el gobierno entrante. Seis semanas más tarde
muere al agravarse la diabetes que padecía, unida a una gripe. Fue
despedido en el cementerio de San Isidro, en Madrid, aunque sus restos fueron
enterrados en la Basílica de la Merced en Jerez de la Frontera, la
localidad que le había visto nacer 60 años antes.
Así se
ponía fin a la dictadura de Primo de Rivera,
dando paso al gobierno del general Dámaso Berenguer. Se trató de la conocida
como «dictablanda», que terminaría un año después con la proclamación
de la Segunda República……”
(https://canalhistoria.es/perfiles/primo-de-rivera/),
También puede verse:
(https://www.britannica.com/biography/Miguel-Primo-de-Rivera);
(https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20210105/6163446/miguel-primo-de-rivera-dictadura-guerra-marruecos-alfonso-xiii.html por David
Suárez);
(https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/737/Miguel%20Primo%20de%20Rivera%20y%20Orbaneja);
(https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/primo_miguel.htm, por Fernández, Tomás y Tamaro, Elena.);
(https://dbe.rah.es/biografias/10241/miguel-primo-de-rivera-y-orbaneja);
(https://www.biografias.es/famosos/miguel-primo-de-rivera.html);
(https://www.unprofesor.com/ciencias-sociales/primo-de-rivera-biografia-breve-2126.html);
(https://www.unprofesor.com/ciencias-sociales/dictadura-del-primo-de-rivera-resumen-2057.html);
(http://mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=primo-de-rivera-miguel, por Juan
Antonio Castro Jiménez)
Marruecos,
la guerra olvidada que quizás cambió la historia, por Emma Lira
“….El esfuerzo realizado por el gobierno español con objeto de mantener sus posesiones en Marruecos supuso importantes pérdidas: en clave económica, en desgaste político y en vidas humanas. Episodios clave de nuestra historia como la Semana Trágica de Barcelona, la dictadura de Primo de Rivera o el golpe militar que desencadenaría la Guerra Civil Española no se entenderían sin el telón de fondo de un conflicto que enzarzó durante 15 años a España con los últimos flecos de lo que una vez fue un imperio.
A comienzos del siglo XX, las relaciones entre Marruecos y
España estaban mediatizadas por el acuerdo de Wad Ras, firmado por ambos países
en la primavera de 1860. Dicho acuerdo ponía fin a la Primera Guerra de
Marruecos, librada entre 1859 y 1860, y otorgaba a España cierta preponderancia
sobre el entonces sultanato, al que culpaba enteramente del conflicto bélico,
concediéndole autoridad sobre ciertas plazas…….
Pese a que, con el tiempo, los historiadores se referirían al
tratado de Wad Ras como “Paz Chica para una guerra grande”, e
independientemente de los verdaderos motivos para una declaración de guerra, la
campaña de Marruecos, exitosa tras tan solo cuatro meses de duración, arrojó
importantes beneficios en la imagen exterior del gobierno español, y provocó
una oleada de patriotismo como hacía mucho tiempo que no se veía en España…….
La Conferencia de Algeciras, en el año 1906, vino a darle una
nueva oportunidad a España. Su celebración la colocaba en el escenario
internacional, y en sus acuerdos, para evitar monopolios que hicieran escribir
el frágil equilibrio europeo previo a la que sería la Primera Guerra Mundial,
España y Francia se repartían Marruecos: el norte para los españoles y el sur
para los franceses. Pero, como entonces, las montañas del Rif continuaban
siendo la morada de tribus nómadas acostumbradas a los enfrentamientos y el
pillaje. Pese a estar considerada como “zona de influencia española”, la
región, de lengua y cultura bereber, pertenecía a la parte de Marruecos
conocida como Bled es-Siba o País del Desgobierno, donde la autoridad política
del sultán no había sido nunca efectiva. Los rifeños no se consideraban en
absoluto parte del compromiso que el poder central hubiese adquirido con
potencias extranjeras. Solo Abu Hamara, representante de las cabilas del Rif,
adquirió su propio compromiso con España tras descubrirse importantes riquezas
mineras en su territorio, y, concedió en 1907 la explotación de dos minas de
plomo y hierro a dos compañías mineras propiedad de personajes preponderantes
en la sociedad española de la época. La concesión también incluía el permiso
para construir un tren minero que uniera los yacimientos con el puerto de
Melilla.
Lo que los rifeños no perdonaban al sultán marroquí, tampoco
estaban dispuestos a perdonárselo a uno de los suyos. Las concesiones de Abu
Humara fueron interpretadas como una traición y le apearon del poder. El
trabajo en las minas y la construcción del tren minero quedaron entonces
paralizados, por lo que las dos compañías concesionarias presionaron al
gobierno español de Antonio Maura para que desplegara las tropas de la
guarnición de Melilla y se garantizara la marcha de sus trabajos. Ante la
inacción del sultán, y frente a la presión de la Compañía de solicitar la protección
de las tropas francesas estacionadas en la vecina Argelia, lo que hubiera
puesto en entredicho la “zona de influencia” española en el norte de Marruecos,
el gobierno español cedió. En junio de 1909 se reanudaron los trabajos, sin
contar ni con el respaldo del sultán marroquí, ni -algo mucho más arriesgado-
con el de las cabilas rifeñas, que amenazaron con responder a semejante
provocación.
Crónica de una guerra anunciada
Y lo hicieron. En julio de 1909, un capataz y trece trabajadores
españoles fueron tiroteados cuando iniciaban la jornada laboral en la
construcción del puente en el barranco de Sidi Musa, a tan solo 4 kilómetros de
Melilla. Cuatro de ellos murieron, pero el resto logró alcanzar la ciudad
española y dar cuenta de lo que había ocurrido. Este ataque desencadenaría el
comienzo de la que se conocería como Guerra de Melilla, aunque en un primer
momento fue planteada ante la opinión pública como una operación de policía en
defensa de los intereses españoles.
Sin embargo, cuando apenas una semana después de los ataques, y
tras la intervención española que parecía haberse saldado con 19 rifeños
detenidos y cuatro españoles muertos, el gobierno decretó la movilización de
tres Brigadas Mixtas, la de Madrid, la de Campo de Gibraltar, y la de Cataluña,
ya era evidente que España no se enfrentaba a una simple escaramuza. La orden
de movilización, que incluía la llamada a los reservistas, muchos de ellos
padres de familia con esposa e hijos, provocó incidentes en los embarques de
las tropas, en el puerto de Barcelona y la estación de Mediodía de Madrid, y
desató una oleada de protestas en muchos lugares. La huelga general del 26 de
julio, y los sucesos especialmente graves en Barcelona y en otros lugares de
Cataluña, pasarían a la historia con el sobrenombre de Semana Trágica……
Una guerra ajena y lejana
… Sin embargo, pese a la precariedad armamentística y
estratégica de los rifeños, el conflicto pronto comenzó a cobrarse más vidas de
las que una acción policíaca de castigo podía permitirse. El día 23 de julio
hubo trescientas bajas españolas, entre muertos y heridos, como consecuencia de
una decisión errónea. Cuatro días después, una columna formada por compañías
recién desembarcadas, se extravió, internándose en un barranco donde el ataque
de las cabilas desde las dos laderas causó más de 750 bajas. La derrota del
Barranco del Lobo inspiró romances y letrillas, subrayó la impresión española
de inferioridad internacional y creció como una leyenda en el corazón de los
asustados soldados que, sin poder evitarlo, eran reclutados forzosamente para
combatir en el Rif.
Mientras las cifras de caídos volaban a España magnificando al
enemigo y provocando desórdenes populares, el gobierno optó por un cambio de
estrategia para el que necesitaba de la supremacía del número. Para poder hacer
frente a la amenaza del levantamiento rifeño, el ejército de operaciones llegó
a contar con un contingente de 42.000 hombres frente a un enemigo que no
contaría con más de 1500 efectivos.
En noviembre, las tropas españolas habían alcanzado la mayoría
de los objetivos territoriales propuestos en agosto. Al día siguiente, una
comisión de algunas cabilas solicitó la protección de España. Era una
rendición. El gobierno comenzó la retirada de tropas, pero había aprendido la
lección. Más de 20.000 efectivos se quedaron en Marruecos para garantizar la
paz y las posiciones recién ganadas. Eran más del triple de los que había en la
Brigada de Melilla al comienzo de la guerra.
1911, la historia se repite
La guerra había terminado, sí, pero solo de manera temporal.
Quizá fuese ingenuo pensar que los levantamientos que se habían originado con
objeto de combatir la presencia española en el Rif – cuando se trataba de
intereses comerciales y de una pequeña guarnición militar- iban a acabar en el momento
en que España contaba con 20.000 efectivos en la zona, y cuando su presencia
había sido reconocida internacionalmente en la figura del Protectorado que
compartía con Francia. De nuevo el Rif, levantisco e insurgente, se alzó en pie
de guerra. De nuevo, a partir de 1912, las tropas españolas empezaron a
encontrar importantes núcleos de resistencia en aquel territorio arisco de
montañas afiladas y hombres orgullosos.
El territorio fue precisamente el mayor problema. España
intentó, en vano, vertebrarlo mediante la construcción de pequeños fuertes o
blocaos, erigidos en lugares elevados y distantes unos 30 km entre sí, pero su
punto débil, el abastecimiento de agua, propiciaba las emboscadas. Fue así como
un ejército descentralizado, escaso y mal armado consiguió poner en jaque a un
ejército convencional y mucho más numeroso. Los rifeños tenían a su favor el
hecho de combatir en su propia casa, el conocimiento del terreno y, aún más
valioso, una poderosa motivación. Su organización será considerada una de las
fuentes de la teoría de la guerra de guerrillas, y revisada y recuperada en
distintos conflictos a lo largo del siglo XX. El contrincante es, sin embargo,
un ejército desmotivado, desorganizado y corrupto, formado por soldados de
reemplazo deseosos de volver a sus casas. En 1920, la constatación de esta
realidad provoca dos importantes y trascendentes decisiones: el nombramiento
del general de División Manuel Fernández Silvestre al mando de la Comandancia
General de Melilla, y la creación de un cuerpo militar más organizado y
combativo: la Legión Española. Creada a imagen y semejanza de la Legión
Extranjera Francesa, por José Millán Astray y Francisco Franco, el Tercio de
Extranjeros, como se denominó en su origen, nació como un cuerpo de soldados
profesionales, con una moral y un espíritu de equipo capaces de dar respuesta a
ese remedo de guerras coloniales, cuyos continuados fracasos, además del coste
económico y en vidas humanas, empezaban a socavar la identidad y la integridad
de todo un país.
Annual, DESASTRE PARA EL EJÉRCITO ESPAÑOL
Y es que, lejos de la campaña marroquí llevada a cabo ya
cincuenta años atrás y resuelta en cuatro meses, el conflicto del Rif amenazaba
con estancarse a perpetuidad.
Su resolución ya no levantaba ningún patriotismo, sino
impotencia ante una opinión pública que se preguntaba por qué España no
abandonaba sus pretensiones en aquella guerra sangrante y devolvía a las tropas
a la península. Además la situación estaba a punto de empeorar. El recién
nombrado general Fernández Silvestre decidió establecer su campamento en el
aduar de Annual, pues desde allí controlaba la zona de influencia de la cabila
de Beni Urriaguel, la tribu de procedencia de Abd El Karim, cabecilla de la
misma y líder indiscutible de las revueltas y el movimiento antiespañol. Desde
Annual, Silvestre comenzó a ocupar posiciones en el Monte Abarrán y el
Igueriben, pero el 21 de julio Igueriben cae en poder del ejército rifeño,
salvándose sólo once de los 350 soldados de la guarnición.
Los rifeños, crecidos, se dirigieron a Annual. A primeras horas
de la mañana del 22 de julio se da la orden de retirada, pero esta se produce a
la carrera y en completo desorden. Perseguidos por los combatientes rifeños,
los 13.000 soldados de Annual son masacrados por 3.000 rifeños. El general
Silvestre desaparece. Los escasos supervivientes se refugian en el cuartel de
Monte Arruit, donde resisten dos semanas cercados por el enemigo. Cuando
finalmente se entregan, los asediantes no respetan la rendición. La guarnición
militar es masacrada. Solo se salvará un reducido grupo de jefes y oficiales
por los que se pedirá un cuantioso rescate.
La batalla de Annual marca un antes y un después. El llamado
Desastre de Annual para los españoles se convierte, para los rifeños, en la
victoria de Annual, que da lugar al inicio de una independencia de facto bajo
la forma de una república, una idea planteada por Abdel Karim, y celebrada con
entusiasmo por los representantes de las cabilas. La república del Rif, formada
por un congreso compuesto por representantes de 41 tribus del Rif y Gomara,
defiende su independencia frente al Sultanato de Marruecos, su rechazo a la
injerencia tanto española como francesa, y su autodeterminación. Pero mientras
se esfuerza en ser escuchada ante la Sociedad de Naciones, continúa combatiendo
a una agotada España, cuya opinión pública empieza a exigir responsabilidades.
¿Qué pasó en Annual? Empieza a extenderse la idea de que solo a los hijos de
los pobres se les manda a morir a Marruecos, pues el sistema de cuotas permite
a las familias más pudientes elegir destino a cambio de una dotación económica.
Socialistas y republicanos comienzan a exigir la retirada de tropas,
conscientes de que la proverbial pobreza de la región rifeña no justifica las
vidas y las cantidades que la guerra se está cobrando. Presionado, el rey
Alfonso XIII encarga la formación de una comisión militar para investigar los
sucesos de Annual. Su resultado es el Expediente Picasso, un extenso informe
redactado por el General de División Juan Picasso, que pese a las trabas
impuestas por las compañías mineras interesadas y por altos cargos del gobierno
y el ejército, pone en evidencia enormes irregularidades, corrupción,
ineficacia y graves errores estratégicos por parte de los altos mandos del
ejército español destinado en África.
Desafortunadamente, el expediente no llegó a depurar
responsabilidades políticas ni criminales. Antes de que la comisión del
Congreso encargada de su estudio fuera a emitir su dictamen el 1 de octubre de
1923, el 13 de septiembre el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de
estado, con el beneplácito del rey Alfonso XIII, estableciendo una dictadura
militar. Dámaso Berenguer, Alto Comisario del Protectorado de Marruecos, y
responsable último del desastre de Annual, que había sido apartado de sus
funciones durante la investigación, sería amnistiado y rehabilitado por el
dictador para terminar convirtiéndose en Jefe de la Casa del rey. E incluso,
posteriormente, en jefe del gobierno, pero esa será otra historia. Desembarco de
Alhucemas, resolución del conflicto La recién implantada dictadura priorizó, en
su hoja de ruta, el fin de la guerra en África, pero el conflicto, enquistado
durante años, no tenía visos de terminar. Los ataques rifeños contra posiciones
españolas habían continuado durante los años 23 y 24. En marzo de ese mismo
año, tras la retirada de las tropas de Yebala y Xauen, Abd el-Krim sorprendió
al ejército español con una ofensiva que provocó más bajas aún que Annual.
Primo de Rivera logró ocultar a la opinión pública la magnitud del desastre
gracias a la censura, pero gran parte del Protectorado había caído en manos de
los rifeños. Sólo el error de los rebeldes de atacar las posiciones francesas
en la primavera de 1925 permitiría al dictador salvar la situación. Y el tipo.
El ataque de Abd el-Krim a las zonas de Marruecos bajo
protectorado francés fue suficiente para que Francia, por primera vez, se
mostrara dispuesta a colaborar con España. Tras una serie de actuaciones
conjuntas, entre las que se encuentran los primeros capítulos conocidos en la
guerra moderna de empleo de armas químicas, con el uso de gas mostaza contra la
población civil, surgió la idea de un ambicioso proyecto: el desembarco de
Alhucemas, que finalmente tendría lugar en septiembre de 1925. La operación
consistió en la llegada de un contingente de 13.000 soldados españoles
transportados desde Ceuta y Melilla por la armada combinada hispano-francesa.
El primer desembarco aeronaval de la historia supuso un completo éxito, pues
sorprendió al enemigo por la retaguardia, partiendo en dos la zona controlada
por los rebeldes. En abril de 1926, Abd el-Krim solicitó entablar
negociaciones, y al año siguiente, Marruecos estaría completamente pacificado.
En su obsesión por no caer en manos del ejército español, Abd el-Krim se
entregó a los franceses, que lo deportaron a la isla Reunión. Años después, el
general estadounidense Dwight Eisenhower, estudiaría a fondo la táctica
empleada por los españoles en Alhucemas para trazar el plan del desembarco de
Normandía. Pero esa no sería la única consecuencia histórica de tan exitosa
estrategia. A las órdenes del mismísimo Primo de Rivera se encontraba, en una
posición de honor, el entonces coronel Francisco Franco. Su acción en Alhucemas
le valió el ascenso a general de Brigada. “Sin guerra en Marruecos, afirma el
historiador Gabriel Cardona, Franco aún sería capitán”
Africanistas , ¿el germen de la guerra civil?
Los rápidos ascensos por méritos de guerra habían hecho de
Franco el general más joven de España. De hecho, él fue el máximo exponente de
una brecha abierta en el Ejército entre los promocionados por antigüedad y los
promocionados por méritos, una desigualdad que Azaña trató de corregir en 1932,
mediante una ley que suponía ignorar los meteóricos ascensos por méritos de
guerra. Franco, Mola o Goded fueron solamente algunos de los agraviados por
esta decisión, pero no fueron los únicos. La lista de los damnificados coincide
escalofriantemente con la de los “golpistas” de 1936.
Aunque la situación política anterior al levantamiento del 18 de
julio fuera inestable, según defienden algunos historiadores como Angel Viñas,
no fue la gente la que salió a tomar las calles. “Había conflictividad social,
pistolerismo, asesinatos, amenazas y violencia verbal en el Congreso,
ingredientes todos que, sin duda, abocaron a una rápida situación
guerracivilista, pero en último término ésta estalló sólo por la actuación
específica de este grupo de militares, que pertenecían casi en su totalidad a
los denominados ‘Africanistas’ y que en buena parte eran, además, de la misma
generación”.
Su trayectoria era común: el continuado servicio en el
Protectorado de Marruecos fue forjando unos ideales y una particular concepción
de España aliñada por la decepción y pesimismo del desastre del 98. En su
visión, se trataba de combatir la pérdida de estatus de España como potencia y,
en consecuencia, de la decadencia de su ejército, agravada con el nacimiento de
un movimiento antimilitarista. Cabe pensar que la experiencia en Marruecos forjó
pues un grupo cerrado, acostumbrado a las adversidades. Un grupo enfrentado a
sus compañeros, de menor rango, que gozaba de una vida mucho más cómoda en la
península. Un grupo que pensaba que mandos militares y políticos como Azaña
ninguneaban su esfuerzo y sufrimiento. Un grupo que había compartido anécdotas
y experiencias al filo de la muerte, estrechando unos férreos lazos de
camaradería. Un grupo que se forjó un ideal: recuperar la gloria perdida de
España. Y que, cuando vio llegada la oportunidad, ¿por qué no? se lanzó a
intentarlo. Emma Lira….”
También puede verse:
(https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20191010/47861883496/sidi-ifni-marruecos-guerra-colonias.html por Joan Pastrana);
(https://www.abc.es/historia/abci-conquisto-y-perdio-espana-sahara-occidental-senor-lanzarote-avance-republicano-sobre-africa-202011252055_noticia.html, por César Cervera);
(https://www.nytimes.com/es/2021/06/02/espanol/espana-migrantes-marruecos.html, por Nicholas Casey y José Bautista).